La polémica con la próxima ubicación de Los Pichis en Asteguieta va creciendo. Destrozos en su piso, elección definitiva, manifestaciones, declaraciones…
Y los ciudadanos como es lógico, también emiten sus opiniones. Están en su derecho. Lo curioso del caso es que hay unos cuantos que tiene ideas para alojar al clan: las casas de Gorka Urtaran y Fede García. Dos de los máximos defensores de Los Pichis.
No será fácil que se cumplan las propuestas de algunos vitorianos. Recordamos que cuando el alcalde pidió ayuda para acoger refugiados en casas de la ciudad, él ya señaló que no tenía sitio en su casa y que no predicaría con el ejemplo. Suponemos que la cosa sigue igual.
Elegimos unas cuantas opiniones que nos han llegado de los lectores:
1.- «Urtaran devuélveselos a Aburto (alcalde de Bilbao) o llévalos a tu casa«.
2.- En respuesta a un lector que defendía a Los Pichis: «Te invitamos a que te los lleves a tu casa o les pongas tú un pisito cuyo alquiler pagues tú. Porque ser (ciegamente) solidario es también muy humano».
3.-«Fede, ¿por qué no les cedes una habitación en tu casa?».
4.- ¿El Ayuntamiento no entiende que nadie quiere a esa gente cerca? ¿Por qué no se los coloca Urtaran de vecinos en la calle Dato?
5.- En respuesta a un lector que defendía a Los Pichis: «Quien haya escrito esto, seguro que está convencido, así que lo mejor es que busque un piso en su bloque o en el chalet de al lado y los acoja allí como buen vecino y buena persona».
6.- Vuelvo a lanzar la idea que los lleven a Errekaleor con los «okupas», y seguido a los Bartolos.
7.- Al edificio donde vive Urtaran no los van a llevar, o sea que tranquilos.
CARTA
En las últimas horas los vecinos de Asteguieta han remitido una carta al alcalde y concejales del Ayuntamiento pidiendo que valoren la posibilidad de no trasladar a Los Pichis hasta su zona.
Aseguran en el escrito que Asteguieta es un pueblo tranquilo con 270 habitantes que agrupan diferentes etnias y nacionalidades, también de etnia gitana, y convivimos «sin conflictos».
Solo pedimos vivir en paz, que las personas mayores de la residencia paseen sin temor, ver a los jóvenes crecer sin conflictos. Sin coacciones ni amenazas.
Y añaden que «no estamos dispuestos a que nos rompan esta convivencia ni a que desde las instituciones alojen a personas conflictivas con actos delictivos. Que con su historial demuestran ser incapaces de adaptarse al lugar donde han estado viviendo».