La teniente de alcaldesa y concejala de Espacio Público de Vitoria, Beatriz Artolazabal, ha presentado una denuncia ante la Policía Local por la quema de un muñeco con su cara durante las hogueras de San Juan, un hecho que han condenado todos los grupos del Ayuntamiento salvo EH Bildu.

Esa noche en el parque de Judimendi varios encapuchados colocaron en la pila de la hoguera un muñeco ataviado con el mono de trabajo que utilizan los jardineros, con una fotografía de la cara de la edil del PNV y con un cartel en el que se leía ‘Beatriz garrapata».

Artolazabal relaciona este hecho con la huelga indefinida que mantienen desde hace tres meses los trabajadores de la empresa Enviser, adjudicataria del mantenimiento de los jardines y zonas verdes de Vitoria.

Este mismo miércoles el comité de empresa de Enviser ha señalado que esta quema se enmarca en un «contexto festivo» y que esta acción «simbólica» se está utilizando «de forma torticera para desviar la atención de la raíz del conflicto».

La concejala ha denunciado ante la Policía Local «los hechos de hostigamiento, intimidación y violencia simbólica sufridos en los últimos meses en el contexto de la huelga» y ha pedido que se investiguen los hechos para identificar a sus responsables y se valore la posible comisión de infracciones penales o administrativas.

Además de la quema del muñeco -«presenciado por numerosos asistentes y recogido en imágenes y vídeos que han circulado por redes sociales», señala en la denuncia- la edil relata que los días 13 de junio y 31 de marzo varias personas se bajaron de un coche frente a su domicilio particular para tirar pegatinas y colocar pancartas en los alrededores de su casa.

En esas pancartas «se hacían referencias personales y se mostraban datos relativos a su retribución como cargo público», añade Artolazabal, que ha acompañado la denuncia con material fotográfico como pruebas documentales.

También denuncia la aparición en diferentes puntos de la ciudad de pintadas, carteles y fotografías con su imagen y la de la alcaldesa, acompañadas de mensajes insultantes y datos personales.

«Han intentado intimidarme, señalarme y acosarme públicamente. No lo han conseguido y no conseguirán. Pero es mi deber denunciarlo, por mí, por mi familia y por quienes puedan ser los siguientes», ha afirmado Artolazabal, que ha considerado que lo ocurrido «no es libertad de expresión, es acoso. Es violencia simbólica».