Opinión Alvaro Martínez
Para agradar a una ciudad y sus habitantes desde la gestión política hay varios elementos que resultan básicos. Y también para lo contrario: cabrearla.
El alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, ha conseguido meter la pata en todos ellos. Hay que reconocer que tiene mérito equivocarse en todo. Puesto que si te lo propones, igual no lo consigues. Hay más, pero hemos elegido 6.
1.- Subir impuestos. El Gabinete Urtaran ha decidido incluir en su proyecto de tasas e impuestos subidas permanentes a los vitorianos (ibi, basuras, autobuses…). Menos mal que su extrema debilidad política (5 de 27 concejales) no le permite esas intenciones, puesto que le paran el resto de fuerzas. Además acompaña la felonía con recortes en los servicios. ¡Jolines, chico!
2.- Subirse el sueldo. Es lo que ha hecho el Gabinete Urtaran. Mientras trata de asar a impuestos, él se ocupa de lo suyo. Baja el presupuesto, pero él se sube su pecunio.
3.- Suciedad. La ciudad está sucia, lo dice hasta él mismo. Lo mas grave es que esta semana anunciaba que hasta mitad de legislatura estaremos igual (dos años).
4.- Delincuencia. Los partes policiales diarios son un compendio de problemas de seguridad ciudadana. Uno de los últimos datos comparativos tienen que ver con el aumento de la delincuencia alrededor de un 20 por ciento después de Fiestas y respecto al año anterior.
5.- Agarrarse burros de niñato. La falta de autoridad está castigada siempre por los ciudadanos. De esto abunda el alcalde. Pero la sustituye por autoritarismo (también castiga). A lo que incluye unos burros y pataleos de niñato que circulan en los comentarios de la ciudad. Son tantos los ejemplos en reuniones privadas, que la gente ya no silencia. Es un acomplejado.
6.- Cabrear a los influyentes. También tiene mérito que los actores sociales y económicos de la ciudad anden despotricando de él a todas horas. No libra con ninguno. Y es que bajar el respaldo a los influyentes y ponerles trabas de todo tipo no es una buena estrategia. Los tradicionales recortes.
Y como no ve, o no le dicen, lo que los ciudadanos paga-impuestos piden en voz alta y por escrito, no se le ocurre otra que montar un acto de desagravio al colectivo musulmán de la ciudad por una burda nota que dicen les ha llegado.
Pues no vuelvo a escribirlo por segunda vez.