El alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, repite y repite hasta la saciedad que la ciudad tiene un problema económico de primera magnitud. Las recetas para solucionarlo son poco imaginativas, muy simples y costosas: pedir préstamos.

Trataremos de ayudar al regidor vitoriano. Una de las soluciones pasa por el soterramiento del tren en la ciudad.

Urtaran acudió esta semana a Madrid para reunirse con la ministra de Fomento. Y debió pedir el soterramiento de las vías: inversión millonaria, puestos de trabajo, crecimiento de los impuestos locales y, a su finalización, metros y metros cuadrados de terreno para su comercialización, y por tanto, más obras y más de todos los capítulos citados. Una garantía de desarrollo de al menos una década (5 años de soterramiento y otros tantos de adecuación de la zona).

Las actuales vías tren podrían desaparecer de Vitoria coincidiendo con la llegada del tren de alta velocidad. Pero no ocurrirá vista la voluntad política.

El punto de partida para iniciar la inversión sería de más de 500 millones de euros. El soterramiento del tren en Vitoria supondría la obra más importante que se pueda acometer en los más de 800 años de la ciudad. Un proyecto que abarcaría el mandato de varios alcaldes.

Historia

Los primeros trámites se iniciaron en 1998, durante la ‘era Cuerda’. El proceso continuó en la etapa de Alonso. Con Lazcoz, el Ayuntamiento, Fomento y la Diputación de Xabier Aguirre, se firmó el compromiso del proyecto: 50 por ciento Ejecutivo central, 25 por ciento Gobierno Vasco y, el resto, las instituciones alavesas (Ayuntamiento de Vitoria y Diputación Foral).

Con Maroto se paralizó. Y con Urtaran ni se escucha.

Para articular todos los aspectos, se esperaba la constitución de una sociedad que debería gestionar esa inmensa ‘cirugía estética’ que supondría para Vitoria el cambio del trazado ferroviario. Incluso se habló de Afredo Piris al frente.

Un elemento clave era el gran corredor que queda libre si las actuales vías desaparecen. Desde el oeste hasta el este, el ferrocarril ocupa ahora mismo 193.652 metros cuadrados. La mitad, cerca de 95.000 metros, pertenece a Adif (el Administrador de Infraestructuras Ferrovia­rias), un organismo dependiente de Fomento. El resto es de propiedad municipal. Ambas instituciones tenían previsto que todos esos terrenos, si quedaban liberados de las vías del tren, sirvieran para financiar una parte importante del soterramiento.

Casi 1.500 viviendas

¿Cuánto se obtendría con esos terrenos? Según un estudio de referencia que encargó el Ayuntamiento en 1999 a la ingeniería Sener, se planteaba la posibilidad de construir unas 1.450 viviendas (60% libres, 20% de protección oficial y 20% de precio tasado), además de destinar casi 70.000 metros cuadrados a uso terciario (oficinas, comercios…) y de habilitar 750 nuevas plazas de aparcamiento. Con esa operación, una vez evaluados los cuantiosos ingresos y también los gastos se obtendrían unos 150 millones de euros, que servirían para costear parte del soterramiento del nuevo trazado ferroviario. Ese era el plan.

No lo veremos. Es una solución. Perro nuestros políticos juegan a «chiquita». La «mayor» les asusta.

Foto: infografía de cómo quedaría la zona. (Ayuntamiento)

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