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EFE).- Cada vez son más las ciudades y pequeños pueblos que, bien de la mano de aficionados o alcaldes dispuestos a poner en el mapa sus municipios, ofrecen las paredes de sus casas, sus frontones o sus fuentes como lienzos para grafiteros locales y foráneos.

En el País Vasco, Vitoria es la capital de grafiti y ha contado con varias iniciativas de impulso de expresiones de arte urbano, como la que comenzó a promover en 2009 el Ayuntamiento para decorar con grafitis y cómics muralísticos paredes de locales comerciales sin actividad.

Con esta iniciativa se han decorado hasta 2013 cerca de medio centenar de paredes con imágenes coloristas y muy variadas, de deportistas, músicos y motivos urbanos, entre otros.

En los últimos meses, comunidades de vecinos de la ciudad han contactado con varios grupos de grafiteros para decorar las entradas a sus garajes.

Imágenes de mariposas, locomotoras de vapor y de coches antiguos por caminos rurales han sustituido la suciedad o las pintadas vandálicas que en muchas ocasiones se encontraban en estos lugares.

Además, en el casco medieval de Vitoria hay 16 grandes murales realizados por las conocidas en la ciudad como «brigadas de las brochas», compuestas por artistas profesionales, estudiantes de Bellas Artes, de Bachiller artístico y vecinos de los inmuebles.

El primer mural fue inaugurado en 2007, «Al Hilo del Tiempo», que hace referencia a la historia de la plaza que en tiempos medievales fue un mercado de telas y paños.

Hasta la Biblia está reflejada en estos murales.

También existe en Vitoria un gran mural que cubre toda la pared lateral de un edificio que rememora los sucesos del 3 de marzo de 1976 en el que 5 trabajadores resultaron muertos por disparos de la policía.

El Ayuntamiento mantiene este programa de muralismo comunitario para seguir haciendo grandes pinturas en edificios de tres zonas de la ciudad.

En Bilbao, el área de Cultura y Educación del Ayuntamiento organizó cuatro ediciones -la última se llevó a cabo en 2012- de un concurso que con el título «Bajando la persiana» consistía en decorar con grafitis artísticos las persianas de comercios del barrio de Bilbao La Vieja.

La propuesta cultural tenía como objetivo dignificar el trabajo de artistas callejeros y dotar al citado barrio, muy deteriorado, de una imagen moderna y llamativa en sintonía con el proceso de rehabilitación que se inició en aquel momento.

Aunque los festivales de grafitis nacieron en las grandes ciudades, en la actualidad se extienden por toda España y llegan a pueblos de apenas unos cientos de habitantes como Penelles, en Lleida, o Fanzara, en Castellón, permitiendo disfrutar del arte sin pisar un museo.

El festival Cantamañanas de la localidad Navarra de Huarte presume de ser el más longevo de este tipo y lleva desde 2004 incorporando obras a un itinerario turístico de 50 grafitis que ocupan una superficie de 3.000 metros cuadrados.

Una década cumple el proyecto de Las Meninas de Canido, surgido en 2008 en este barrio popular de Ferrol para reivindicar su revitalización. Artistas como Moncho Borrajo, Víctor Coyote o Antón Patiño han dejado unas 250 obras en las fachadas del barrio alto de Ferrol.

Una campaña publicitaria con vallas publicitarias en varias ciudades europeas invitando a Banksy a acudir a Ferrol, donde hay una pared reservada para el enigmático gurú del grafiti, supuso el espaldarazo definitivo a esta cita cultural que tuvo más de 35.000 visitantes en la última edición.

Otro de los decanos en los festivales de arte urbano es el DesordesCreativas de Ordes (A Coruña. 13.000 habitantes) que también nació en 2008 y por el que han pasado figuras del grafiti como Blu, Axel Void, INO, Bosoletti o Liquen que han dejado más de 50 obras en sus fachadas.

Si navarros y gallegos tienen los más antiguos, en la Comunidad Valenciana pueden presumir de tener el mayor número de festivales, entre ellos el más pequeño, el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU) de Fanzara (Castellón. 272 habitantes) que se celebra desde 2014 y que surgió como manera de recuperar la buena convivencia entre los vecinos, gravemente afectada por un proyecto de vertedero y que dejó al municipio dividido entre partidarios y detractores.

La ciudad de Barcelona tiene una larga tradición de arte urbano en la que destaca el Ùs Festival en Poblenou, y esa tendencia se ha extendido por toda Cataluña en municipios como Reus, con Llambordes desde 2017; Torrefarrera (Lleida. 4.630 habitantes), con el Street Art Festival, también desde el año pasado, y de forma muy destacada Penelles (Lleida. 474 habitantes) que está a punto de celebrar la tercera edición del Gargar Festival de Murales y Arte Rural.

En Madrid han sido iniciativas como Pinta Malasaña las que han llevado a interesarse por el arte urbano a pequeñas localidades como Fresnedillas de la Oliva (1.547 habitantes) cuyo ayuntamiento hizo una convocatoria a través del INEM para decorar sus casas abandonadas con escenas del pasado del pueblo, el que tiene una mayor proporción de inmigrantes de la Comunidad de Madrid.

Algunos critican que estos eventos programados suponen la perdida de la frescura de lo clandestino y reivindicativo, elementos tradicionalmente asociados al arte del grafiti, aunque muchas de estas iniciativas mantienen ese carácter de denuncia social. EFE



1 Comentario

  1. En el barrio de Arana los grafitis que hay de verdad que son bonitos. Pues ven a verlos y verás que han dejado el barrio hecho una mierda es vergonzoso que esto se permita . Ahora resulta que ponen un comunicado y lo califican como barrio degradado . Bueno pues nada dentro de poco algunos de los grafiteros que han dejado así al barrio los llevarán al Artiun y los harán un homenaje.

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