El 40 % de la personas con insomnio se automedica, ha alertado la psiquiatra de la Red de Salud Mental de Álava Nagore Iriarte, que ha destacado que el uso de fármacos debe de ser el último recurso para tratar esta dolencia y antes hay que afianzar «una buena higiene de sueño».
Iriarte, junto con su compañero de Álava Cristóbal Pavón y la psiquiatra Julia Vendrell, del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona, han analizado en el Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría de Vitoria el sueño y sus trastornos.
Para dormir bien es básico contar con «una buena higiene de sueño»: apagar la luz, no usar pantallas, mantener una rutina horaria, no tomar cafeína u otros excitantes antes de dormir y no cenar mucho o muy poco. Si con estos hábitos no se descansa de manera adecuada el siguiente paso es la psicoterapia.
El uso de fármacos se deja para el final. En los últimos meses ha surgido una novedad, que son los antagonistas receptores de las orexinas, unos neurotransmisores con un importante papel en la regulación del ciclo sueño-vigilia.
Estas píldoras, que están dando «resultados prometedores», están autorizadas en Estados Unidos y Europa para problemas de insomnio de más de tres meses de duración. En España se pueden utilizar pero el sistema público no las financia.
El uso de estas nuevas píldoras tiene varias ventajas: son inductores del sueño, no cambian la arquitectura del sueño, no producen depresión respiratoria (al contrario que las benzodiacepinas), no provocan debilidad muscular al despertar, no pierden eficacia con la administración crónica, no tienen potencial de abuso y no generan dependencia.
Esta novedad farmacológica se suma los medicamentos usados habitualmente para tratar el insomnio. Por un lado están los fármacos hipnóticos como las benzodiacepinas, eficaces para el insomnio ocasional pero que alteran la arquitectura del sueño, generan tolerancia (cada vez precisan dosis mayores) y suelen producir dependencia, por lo que no hay que usarlos más allá de tres meses seguidos.
Por otro lado está la familia de los hipnóticos no benzodiacepínicos (‘fármacos Z’). Su efecto es similar al de los anteriores pero no tienen un efecto miorrelajante o ansiolítico, es sólo hipnótico.
Aparte, hay otros fármacos, como los antidepresivos, los antipsicóticos y los antihistamínicos, que a veces se usan en trastornos del sueño, pero que carecen de una indicación específica para esta patología.
Durante su ponencia en el curso de psiquiatría, los tres doctoras han subrayado que dormir bien es esencial, algo básico, pero que no es insomnio todo lo que llega a las consultas.
La gran mayoría de las personas empieza a plantearse que tiene un problema cuando lleva dos noches sin dormir. Pero es cuando ese problema de sueño tiene consecuencias en la vida diurna del individuo, cuando se plantea acudir a la consulta.
Es como una pirámide invertida. Al principio llegan muchos pacientes a las consultas pero luego se va filtrando hasta que finalmente se identifica a las personas con un trastorno real de insomnio, que afecta al 8 % de la población.
Las personas mayores son el grupo de población con más trastornos del sueño. En ellas la duración del sueño nocturno disminuye, tienen tendencia a las siestas o cabezadas múltiples durante el día y un sueño más fragmentado. EFE
Que yo sepa hace falta receta medica