La segunda semana de actividad del nuevo alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, ha resultado básicamente decepcionante. Ha pasado de un arranque de claroscuros en los primeros siete días -con aciertos y errores- a vivir en la sombra permanentemente.
Dos son las causas: está maniatado por EH Bildu y ha potenciado el conflicto permanente. De bronca en bronca y tiro porque me toca.
Lo del control, directriz y mando de la izquierda abertzale es de dimensiones grandilocuentes. Pero es verdad, que fue Miren Larrion quién se empeñó en ponerle y, por tanto, el peaje es lógico. Aunque seguramente esta semana veremos alguna discrepancia para dar distintas sensaciones. Ya verán.
Pero lo peor ha sido la potenciación del conflicto. De la bronca por la bronca. Del ataque dialéctico, de la provocación. Que si éstos son racistas, que si la extrema derecha, tuits de madrugada atacando a Maroto, medios de comunicación vetados, quitar banderas arco iris de despachos privados de concejales…
Desde que llegó, incluida la investidura, todo lo que ocurre alrededor de Urtaran lleva el signo del conflicto. Seguramente para tapar sus carencias. Pero así no se puede seguir. ¿Dónde está ese discurso del consenso y la humildad del primer día?
Baje el tono, dedíquese a sumar. Porque usted acusaba al anterior primer edil de dividir. Y ahora resulta que usted es el jefe de esa estrategia. Usa conflictos anteriores a las elecciones para mantener la división en la ciudad. Esa que dice que quería erradicar.
Un pequeño detalle: cuando haya un juez que firme una sentencia de racismo contra Maroto entonces dígaselo a la cara. Mientras tanto, deje de echar gasolina al fuego.