Por Ana Lumbreras (EFE).– «La sociedad necesita líderes políticos éticos, humildes y que sepan pedir perdón cuando es necesario», ha afirmado a EFE el filósofo y politólogo Josu Ahedo, para quien en la dana de Valencia ha habido algunos políticos que «no han sabido transmitir una imagen de cercanía con los afectados ni de humildad» tras la tragedia.
‘¿Fuiste feliz durante la pandemia? Lo que todavía podemos cambiar después del covid-19’ es la obra que acaba de publicar Josu Ahedo (Bilbao, 1972), también director del máster de Educación del Carácter y Educación Emocional de la Universidad Internacional de La Rioja (UNiR) y concejal del PP en Getxo (Vizcaya) entre 2007 y 2011 y de Logroño entre 2019 y 2023.
Esa necesidad de contar con un perfil de líderes políticos éticos se ha puesto de manifiesto en los últimos días durante las inundaciones producidas por la dana, sobre todo en la Comunitat Valenciana, ha incidido Ahedo, en la que ha habido algunos políticos que «no han sabido transmitir una imagen de cercanía con los afectados, ni de humildad, ni han pedido perdón» por cómo se ha gestionado esta situación.
Ha apostado por «gente que piensa más en cómo ayudar a los ciudadanos y poner su tiempo, su cabeza y todas las capacidades que tienen al servicio de la ciudadanía».
Para él, «la clave está en estimular líderes íntegros, porque el futuro debe ser forzosamente mejor» y entiende que «los ciudadanos demandan con urgencia una revisión de la tarea política. No entienden el juego político entre los partidos; lo observan como una pérdida de tiempo que resta energía a la esencial tarea de gobernar».
«Son necesarios líderes políticos auténticos, que nos representen. Hay que modificar el modo de hacer política y, tras la pandemia, no hemos aprendido», ha insistido el autor de este libro, en el que reflexiona sobre «la oportunidad otorgada durante el covid, que supuso un impacto emocional y personal, para construir entre todos un mundo más feliz».
Humanizar la política
Esta publicación (Eunsa, 2024) tiene su origen en el confinamiento por la covid-19, entre marzo y mayo de 2020, en el que Ahedo escribió, una hora cada día, algunas reflexiones y sus propuestas positivas para ser más felices y sobre cuál sería su aportación a «este mundo desvencijado y desnortado».
Esas propuestas se centran en humanizar más la política, en adoptar una economía más sostenible y menos individualista, en lograr una educación más personalizada y en conseguir un mayor cuidado de las relaciones interpersonales, ha subrayado el también licenciado en Derecho y graduado en Comunicación.
Se ha referido a que la pandemia evidenció que «los actuales modos de hacer de la política no corresponden al desarrollo alcanzado por la sociedad en el siglo XXI», dado que los políticos tomaron diferentes medidas a espaldas de la sociedad, bajo el pretexto de preservar la salud pública, pero «con decisiones que no mostraron ninguna transparencia, transmitiendo una escasa confianza».
Ahedo, como epílogo de sus reflexiones, insiste en que «los políticos deben superar la tentación de ser vanidosos, estar más comprometidos con las necesidades reales y empatizar con los ciudadanos a los que deben servir», tal y como los sanitarios demostraron a lo largo de la pandemia al ejercer su profesión como un servicio.
Educar en solidaridad es otra de las propuestas del autor, para terminar el libro con la frase; «Como diría el bueno de Rafael Nadal: vamos». EFE
¿Los incidentes de Paiporta refuerzan la imagen del rey?

Era la una de la tarde del domingo 3 de noviembre, cinco días después de que se desatara la dana que ha provocado más de 220 muertos, cuando los reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón llegaron a Paiporta, donde vecinos indignados comenzaron a gritar «asesinos» y a lanzarles barro y objetos, como palos. En medio de una gran tensión, don Felipe y doña Letizia permanecieron, cada uno por un lado, escuchando y hablando con los ciudadanos.
Nadie se esperaba lo que ocurrió en Paiporta, han asegurado a EFE fuentes policiales, que destacan la profesionalidad con la que actúa el servicio de seguridad de la Casa Real, del que al menos uno de sus escoltas sufrió una herida en la frente.
Ese día, aseguran las fuentes policiales, los reyes querían hablar con la gente afectada por la catástrofe y se descartó un despliegue, una exhibición de seguridad ante ciudadanos a los que la dana había arrebatado todo. Pero habían transcurrido cinco días desde la tragedia y los ánimos estaban muy alterados, agregan.
«Será una imagen que les acompañará toda la vida», explica Óscar Álvarez, presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) para quien esos incidentes suponen «un antes y un después en toda regla». En su opinión, no había una solución sencilla para afrontar la visita a la zona cero de la tragedia y «el acierto o el error de haber ido a Paiporta en ese momento es algo que se verá con el tiempo. Porque ir era una decisión complicada y no ir era todavía peor».
Pero, asegura, «en el capítulo 1 del manual de comunicación de gestión de una crisis siempre hay dos líneas: una es la transparencia y otra es dar la cara». No contaban seguramente con una crispación tan grande, sostiene, pero hay que dar la cara siempre «aunque en el momento te la partan, porque no se puede vivir de espaldas a la catástrofe, de espaldas a la gente».
Y los reyes hicieron frente a la situación, recalca el presidente de Acop, que destaca el talante «extraordinario» de Felipe VI.
Lo «inédito» del pasado domingo fue que de los gritos se pasó a tirar barro y objetos, lo que demuestra el estado de crispación que se vivió, dice este experto, que destaca la necesidad de hacer «mucha pedagogía» para que no se cruce esa línea.
En opinión del director de la Asociación para el Estudio de las Monarquías Contemporáneas (REMCO), Francisco Beltrán, es «sideral» la distancia que hay entre la imagen de los reyes y la de los políticos en relación a la tragedia de la dana y después de una visita donde se percibía que las Administraciones estaban «ausentes».
«Felipe VI no ha vivido nunca nada parecido», dice Beltrán, que considera que el hartazgo de los ciudadanos que demostraron los incidentes iba dirigido más a las otras autoridades que a los reyes: «la gente les decía, no es por ustedes». Y por eso cree que no hay «un antes o un después» de estos incidentes para la Casa Real.
Porque, dice Carlos Fuente, exdirector de Protocolo de la Fundación Princesa de Asturias, Felipe VI «ha estado cuando tenía que estar y además, como rey que es, acompañado por quien tenía que estar acompañado, pese a quien le pese». Y el papel de los reyes, en este caso fundamentalmente, es «estar al lado de los ciudadanos y de las instituciones que trabajan para los ciudadanos».
Los reyes volverán: el Ayuntamiento de Chiva (Valencia) ha recibido su compromiso de que acudirán próximamente a esta localidad después de haber tenido que cancelar la visita que tenían prevista después de Paiporta.
Antes, el próximo martes, el rey visitará a las unidades militares desplegadas en la Comunidad Valenciana que trabajan en el rescate, limpieza y recuperación de las zonas afectadas y también al buque militar Galicia, desplazado esta semana para auxiliar en estas labores. EFE
AYER SABADO
La indignación sale a las calles de Valencia mientras se intensifican labores de rescate
Las labores de búsqueda de desaparecidos tras la riada provocada por una dana se ha intensificado con la llegada de miles de voluntarios, mientras la confrontación política crece y la indignación ha salido a las calles de Valencia, donde 130.000 personas, según la Delegación del Gobierno, han pedido la dimisión del presidente Carlos Mazón.
Los últimos datos oficiales actualizados por el Gobierno mantienen en 220 el número de víctimas mortales confirmadas, 212 en la Comunitat Valenciana, 7 en Castilla-La Mancha y uno en Andalucía.
Además, se ha detenido a 310 personas, 57 en las últimas 24 horas.
No obstante, a última hora del sábado, el Centro de Integración de Datos ha elevado a 214 las víctimas mortales en Valencia, 195 ya identificadas, y ha informado de que hay 41 desaparecidos.
En Valencia, una marea humana de 130.000 personas, según la Delegación del Gobierno, ha ocupado las principales calles y plazas del centro de la ciudad para protestar por la gestión de la tragedia y para exigir la dimisión de Mazón y de su Consell.
Los manifestantes han expresado su «rabia» por la actuación de las autoridades en una marcha sin incidentes de gravedad, a excepción del lanzamiento de algunas bengalas y barro contra el Consistorio.
Han sido incesantes los gritos de «El president a Picassent» (en alusión a la cárcel de Valencia), «Mazón dimite, sal del escondite», así como los carteles como «Barramos a Mazón como al fango», «Tu incompetencia mata», y se han escuchado también algunas voces que pedían la dimisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. También se han celebrado concentraciones en Alicante y en Madrid.
Mazón ha incidido hoy en que las responsabilidades políticas «tocarán en su momento» y que ahora hay que seguir limpiando calles, ayudando a la gente y atendiendo los riesgos sanitarios.
Igualmente, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha rechazado entrar en polémicas con la Generalitat, y ha subrayado que la prioridad es atender las necesidades de los afectados.