El Fiscal Superior del País Vasco, Juan Calparsoro, mantiene encima de su mesa la acusación de incitación al odio contra el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, si bien los acontecimientos de los últimos días señalan, o dan a entender, que a la causa le queda un telediario y va camino del archivo.
Dos son los hechos sociales que se han producido. Por un lado, la reiteración de Maroto en negar las acusaciones de racista, por activa y por pasiva, y por otro, la presentación de ayer de la plataforma de respaldo al alcalde Ayudas+Justas que incluyó a decenas de inmigrantes en la foto.
Con estos dos mimbres, continuar en el discurso de «Maroto, racista», parece que cae con estrépito. La denuncia de SOS Racismo va perdiendo fuerza, al menos en lo que se refiere a la batalla pública y social. Es fácil imaginar la cara de Fede García ayer cuando observó la presencia de inmigrantes en el acto de presentación de la recogida de firmas contra el fraude en las ayudas sociales.
A nuestro juicio, que Calparsoro llamara a declarar a Maroto es perfectamente comprensible, puesto que el ambiente de crispación social así lo requería. Era positivo que las posturas quedaran meridianamente claras. Aunque es cierto que ese desasosiego no ha sido solo responsabilidad de Maroto, sino que han participado muchos más actores, incluidos todos los partidos políticos.
Ahora queda esperar a la resolución final del Fiscal. Archivo o seguir hacia adelante. Pero lo que ocurra debe ser rápido y no dilatarse en el tiempo, puesto que ayudaría a centrar la dirección del debate.