San Prudencio comparte el cartel anunciador de las fiestas de primavera con Nuestra Señora de Estíbaliz desde 1941, año en el que fue nombrada patrona de todos los alaveses.
El historiador García Salazar recuerda que ya desde el siglo XII, el 1 de mayo se celebraba como una fiesta de desagravios.
Más recientemente, en el año 1958, se marcó por primera vez el 1 de mayo en rojo para celebrar el Día Trabajador.
También del siglo XII es la talla original de madera de la Virgen de Estíbaliz. Es una pieza de madera de cerezo hueca para que no se dilate con los constantes cambios de temperatura. Está adornada, además, con bolas de oro y está inspirada en la tradición bizantina que, según su pose, la define como una ‘Virgen trono de la sabiduría como reina y madre de Dios’. El reposo habitual de esta imagen es el interior del templo románico, al fondo de la nave central, frente al altar.
Aunque en situaciones de peligro, la talla ha abandonado su basílica y ha sido trasladada a Villafranca. Sucedió durante las Guerras Carlistas cuando, además, la torre de la basílica de Estíbaliz sufrió la amputación de uno de sus cuerpos para disminuir su eficacia como punto de observación.
No fue la única ocasión en la que este remanso de paz fue utilizado como punto estratégico para dominar la guerra. Ya durante el Imperio Romano, las campas de Estíbaliz sirvieron para detener el avance árabe. Con tantas idas y venidas hacia lugares más seguros, la imagen de la Virgen de Estíbaliz sufrió un grave deterioro. Para detenerlo, el artista alavés Lorenzo Fernández de Viana la restauró en 1897 tomando como modelo la Virgen de Jugatxi. Le quitó la cabeza y se la sustituyó por una barroca. Los brazos y el niño, que en anteriores conflictos le fueron amputados, también fueron sustituidos.
Romería al monasterio
La romería más conocida de las fiestas de primavera en Álava es la subida a Armentia.
Hasta Estíbaliz la mayoría de los feligreses sube en coche. Se pierden un cómodo, bonito e histórico paseo de nueve kilómetros por el recorrido del antiguo tren Vasco-Navarro que unía Estella (Navarra) con Mekoalde (Gipuzkoa). El paseo comienza en la rotonda de la antigua fábrica de Esmaltaciones.
Sigue por Puente Alto unos metros por carretera hasta coger el camino del ferrocarril en Otazu. En esta localidad se ha habilitado un área de descanso a la sombra de arces, plátanos y castaños de Indias. También se conserva la estación, precioso ejemplo de la arquitectura de los años 30.
Siguiendo hasta Aberasturi, destaca la iglesia de San Esteban, con su pórtico neoclásico y su columnata jónica, obra de Justo de Olaguíbel. Dentro, el retablo es una obra de arte del siglo XVI. También es muy popular en Aberasturi una de sus fuentes de agua sulfurosa. Dejando atrás esta localidad pasaremos por Andollu antes de llegar a Estíbaliz.
A sus campas para el esparcimiento y a sus zonas de culto. En el siglo XI, el Santuario se levantó para ser una iglesia y un monasterio. En el siglo XVI, el conjunto quedó reducido a la basílica románica y conoció el abandono y la decadencia. A principios del XX, comenzaron las obras de restauración. Se levantó un nuevo monasterio del que se hicieron cargo los benedictinos en 1923.