A los habituales nervios del inicio del curso escolar se suma este año la incertidumbre generada por la covid-19, una pandemia que ha obligado a instaurar protocolos anticontagio en cada colegio y que hace temer a padres y profesores que en algún momento la docencia presencial se convierta en telemática como el curso pasado.
Acostumbrados ya a usar mascarilla, lavarse las manos con frecuencia y mantener una distancia interpersonal mayor que la habitual -salvo en el caso de las cuadrillas donde las prevenciones se relajan-, muchos escolares vascos se han levantado esta mañana inquietos por volver a clase después de tantos meses sin pisar el colegio.
Este es el caso de Mikel, que con 8 años recién cumplidos se ha despertado con los nervios propios de no olvidarse nada en casa y de reencontrarse con sus amigos, a muchos de los cuales no ha visto desde marzo, ya que sus padres han optado por limitar en este tiempo el contacto con otras personas.
Tanto Mikel como su hermano Xabier, de 12 años, se han levantado «atacados por los nervios, pero no por la covid, sino por lo seis meses que han pasado» desde el último día que fueron a clase, explica Elena, su madre, que cree que después de tanto tiempo sin la rutina escolar puede costarles volver a coger el ritmo.
Esta ha sido la primera de muchas jornadas con nuevos hábitos matutinos para esta familia de Llodio (Álava), que a partir de ahora deberá tomarse la temperatura cada día antes de salir de casa y comprobar que en la mochila hay un botellín de agua, ya que este año no se puede beber agua del grifo en el colegio.
Aunque esta mañana la entrada al colegio ha sido escalonada y se han usado accesos diferentes para evitar aglomeraciones, no siempre ha sido posible mantener la distancia de seguridad al hacer fila. Elena se muestra no obstante tranquila porque entiende que todo puede ser «un poco caótico» el primer día y porque todos los niños (desde los 6 años) llevaban mascarilla.
Mientras esperaban a entrar al centro esta madre alavesa ha visto a los chavales «relajados en general» aunque sí ha escuchado entre ellos comentarios coincidentes con los que estos días hacen también sus padres: «¡A ver lo que duramos!», ha dicho un crío y otro le ha respondido «yo espero que mucho». «Y yo también», confiesa Elena a Efe.
También Iratxe, de Amurrio (Álava), confía en que Eneritz, su hija de 4 años, pueda acudir al centro sin contratiempos el mayor tiempo posible. Está tranquila y cree que se han tomado medidas para prevenir contagios como que cada niño lleve su propio estuche y pinturas para que no se comparta material escolar.
Además, a diferencia de otros años el «hamaiketako» será individual: cada alumno acudirá con su propio almuerzo y con su propio botellín de agua al colegio y no se compartirá comida.
Al tratarse de una niña pequeña, no obligada a llevar mascarilla como el resto de compañeros de clase, Iratxe admite que hay riesgo de que aparezca algún caso de covid y eso obligue a Eneritz a guardar cuarentena en casa. La situación puede ser complicada con ambos progenitores trabajando pero Iratxe rebosa confianza: «Ya nos buscaremos la vida».
Menos segura se siente Piedad, una monitoria de comedor en un colegio de Bilbao, que se siente preocupada porque su trabajo requiere de cercanía con los niños en un momento en el que estos no van a tener puesta la mascarilla.
Es crítica asimismo con la demora en la definición de los protocolos de actuación en los colegios, que han llegado en septiembre cuando podrían haberse preparado «mucho antes».
En ese aspecto coincide Oihane, maestra en Llodio, que lamenta también que aún no se hayan incorporado los profesores de refuerzo. Valora no obstante que el centro educativo ha hecho un esfuerzo en señalizar itinerarios en los pasillos y organizar los espacios para garantizar la distancia de seguridad.
Madre de dos gemelas de 7 años y de otra niña de 5 cree que si se cumple con las recomendaciones el riesgo de contagio en los colegios no tiene por qué ser mayor que el que ha existido este verano en las piscinas, playas o en las terrazas de los bares. EFE
Independientemente de lo que ocurra o no, seguramente que con la Jornada Escolar Continuada disminuiriamos el riesgo de contagios, sentido común, menos tiempo de contacto, menos movimientos, más tiempo para desinfectar el colegio….
¿Por qué se niegan a concederla?
Está demostrado en el resto del Estado que funciona desde hace años.