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El Departamento de Salud trabaja en una nueva estrategia para mejorar la respuesta ante enfermedades ‘tiempo-dependientes’, es decir en las que el tiempo transcurrido desde la aparición de los síntomas hasta la intervención médica es determinante, como son los ictus y los infartos de miocardio.

Con motivo de la celebración mañana martes 29 de octubre del Día Mundial del Ictus, el Departamento de Salud ha facilitado datos sobre esta enfermedad en la que la mortalidad en Euskadi ha disminuido significativamente entre 2001-2024.

Además ha destacado la importancia la prevención, a través de hábitos de vida saludable, ejercicio y control de los factores de riesgo vascular.

En 2023 Osakidetza atendió a cerca de 8.900 personas que sufrieron un ictus (54,5 % hombres y 45,5 % mujeres). Más de la mitad de los pacientes eran mayores de 75 años, mientras que el 40 % de los afectados tenían entre 46 y 75 años.

Por territorios, en Álava se atendieron 1.101 pacientes con esta enfermedad, 4.445 en Bizkaia y 3.373 en Gipuzkoa.

En los últimos años se observa un ligero aumento en la incidencia debido sobre todo debido al aumento de la edad media de la sociedad vasca. De hecho, Osakidetza atendió en torno a 8.400 pacientes en 2022 a causa de esta enfermedad frente a los 7.900 en 2021.

Los factores de riesgo más importantes para la aparición de ictus son padecer hipertensión, seguido por la diabetes hipercolesterelomia y la fibrilación auricular. Pero también inciden otros como el tabaquismo, el sedentarismo, la dieta no saludable, la obesidad extrema, el alcoholismo, el consumo de drogas y el estrés.

Respecto a la mortalidad en Euskadi por enfermedades cerebrovasculares, en el periodo 2001-2014 bajó un 4,8 % anual, y un 3,8 % en el periodo 2014-2023.

Mejorar la respuesta médica

La nueva estrategia que está diseñando Osakidetza tiene como objetivo mejorar la respuesta a estos pacientes al incorporar nuevas perspectivas en su abordaje, con un enfoque más amplio orientado a reducir el impacto de estas patologías.

Entre las enfermedades ‘tiempo-dependientes’, además del infarto y el ictus isquémico, están también el trauma grave y la sepsis.

Esta estrategia busca establecer un marco que permita a todos los agentes implicados identificar y poner en marcha las actuaciones prioritarias para la atender episodios agudos que representan un riesgo inmediato para la vida.

La concienciación y dar a conocer los síntomas es imprescindible para que la ciudadanía sepa identificar sus señales y pueda actuar de manera inmediata ya que la rapidez en la actuación es un factor clave en la supervivencia y la disminución de las secuelas.

Pérdida de fuerza en el brazo, la pierna o la cara; pérdida de visión total o parcial o visión doble; pérdida o dificultad en el habla; inestabilidad, desequilibrio e incapacidad para andar; dolor de cabeza muy intenso, sensación de hormigueo o acorchamiento en la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo, son algunos de los síntomas.

En caso de presentar de repente alguno de ellos se recomienda llamar inmediatamente al 112. EFE



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