Por Laura López (EFE).- El apagón eléctrico que afecta este lunes a toda la península ha generado el caos en la concurrida estación madrileña de Atocha y la suspensión de las vacaciones de muchos usuarios que no han podido coger un tren y, en muchos casos, tampoco volver a sus casas.

«Salimos de Cuba porque allí la situación está muy mala, hay apagones de cuatro, seis horas todos los días y resulta que ahora en Madrid también… parece que me están siguiendo los apagones a mi», relata Joel a EFE, entre risas.

Está sentado junto a su pareja, Gladys, en la terraza de un bar situado frente a la entrada de la estación dedicada a las largas distancias, en la calle Méndez Álvaro.

Llegaron antes de ayer a Madrid y, después de hacer unos trámites, se disponían a pasar unos días en Barcelona, a donde debía llevarles un tren que salía a las 17 horas.

«Conservamos la esperanza, pero a mi me parece que… pinta feo», señala Gladys, en torno a las 15:30, desde el otro lado de la mesa.

La pareja la comparte con otra que hacía un rato eran unos desconocidos para ellos, pero a los que ha unido la excepcionalidad de la situación: una pareja mayor de 60 años de León que viajaba con el Imserso a Sevilla.

«Muchas veces lo hemos dicho: como alguna vez paren los sistemas de comunicación, Internet… se para el mundo», comenta ella, Nieves.

Esta es solo una de las decenas de mesas abarrotadas de gente que toma cervezas y refrescos rodeados de grandes bultos de equipaje en la calle bajo el sol, aunque el ambiente no es festivo, sino de preocupación.

Alisson, australiana de unos 50 años, pide al que pasa que alguien le explique en inglés la situación: «Tenía entradas para ir a la Alhambra mañana», dice con tristeza.

Otra mesa entera esta ocupada solo por trabajadores de Renfe, algunos de los cuales han llegado a Madrid desde Málaga y Sevilla esperando hacer el mismo camino de vuelta a sus hogares y se han quedado varados en Atocha.

Entre cervezas y tapas, algunas palabras se repiten en las conversaciones: Trump, Putin, Estados Unidos.

Algunos grupos se reúnen atentos en torno a aparatos de radio comprados de improviso, en una escena que recuerda a otras épocas.

Los montones de basura que se acumulan en las calles, debido a la huelga de recogida de residuos que ha durado varios das en Madrid y el constante ruido de sirenas, completan un escenario de excepción.

Ligia Matías, brasileña, viajaba a Barcelona con su hija pequeña y sus padres y también se han quedado en tierra, así que intenta sin éxito llamar a una empresa de alquiler de coches para llegar a su alojamiento.

Un grupo de seis hombres y mujeres de avanzada edad, que han viajado con el Imserso desde Badajoz e iban a coger un tren a Murcia, discuten con pasión si está más cerca su casa o su destino mientras toman una cerveza y hablan de «sabotaje».

La estación de Atocha permanece desalojada desde al menos las 13:00 horas y la policía ha acordonado la zona para evitar aglomeraciones en los accesos.

Una trabajadora de Renfe con el chaleco amarillo fluorescente tomaba la voz cantante esta mañana e intenta informar con paciencia a los viajeros, que se encontraban muros humanos que no les dejaban pasar.

Apagón eléctrico, afectación internacional, no se conocen los motivos, váyanse a sus casas, repite a los diferentes grupos que se le acercan.

«¡¿Y los que no tenemos casa?!» se puede oír en idiomas y acentos diferentes.

La mayoría obedecen resignados, pero otros se quejan y lo pagan con la trabajadora, a la que acusan de estar ocultando no se sabe muy bien qué.

Hasta que ella también estalla: «¡Señora, que yo estoy aquí sin poder hablar con mi familia!». EFE

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