El Tribunal Supremo ha anulado la sentencia absolutoria de la exdirigente etarra Soledad Iparaguirre, alias Anboto, por un atentado frustrado con coche-bomba en mayo de 1985 frente al polideportivo Mendizorroza, de Vitoria, por el «grave error» de haber omitido la valoración de una prueba de las huellas de la acusada halladas en dicho vehículo.
Al anular la sentencia, el Supremo ordena a la Audiencia Nacional que repita el juicio con un tribunal formado por diferentes magistrados y dicte nueva sentencia.
El alto tribunal así lo decide al constatar que en la sentencia fue omitido “con una argumentación no racional” la valoración de una prueba dactiloscópica que “para el fiscal, con fundamento objetivo, tenía un alto valor”.
La Sección segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional absolvió en marzo de 2021 a Anboto de haber participado en un atentado frustrado contra un dispositivo policial en el polideportivo de Mendizorroza, al dudar el tribunal que la juzgó del informe policial que confirmó en 2019 la existencia de huellas de la acusada en el coche bomba empleado en esta acción.
La causa se siguió contra Iparaguirre por veinte delitos de asesinato en grado de frustración, otro de atentado contra agentes de la autoridad y un delito de estragos.
Los terroristas colocaron un coche-bomba enfrente de las taquillas del polideportivo vitoriano, pero la Policía, que había tenido noticia de los dos vehículos que los etarras acababan de robar para realizar la acción, localizaron el coche antes de que estallara y desactivaron el artefacto.
La Fiscalía, cuyo recurso estima ahora el Supremo, reprochó a la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional que hubiese descartado valorar la prueba sobre unas huellas en uno de los vehículos robados que identificaban a Iparaguirre, con el argumento de que sería contradictoria con otro informe del mismo tipo realizado años antes en el que se recogía que no había huellas identificables en el vehículo.
El alto tribunal destaca que la argumentación de la sentencia “es manifiestamente equivocada”, ya que “parte de una premisa que, según salta a la vista, es falaz”, puesto que el primer informe no niega que existiesen huellas de la acusada, sino que las huellas se archivaron como anónimas.
“La comparación pericial con las huellas indubitadas de la acusada solo se realizará a instancia del ministerio Fiscal años después. No existen dos informes contradictorios. Solo existe un único informe pericial», resuelve
«Es patente que el argumento blandido para descalificar una prueba incurre en un grave error que, constatado, permite anular la sentencia pues no se puede considerar que sea prueba irrelevante o no decisiva. Contar con ella altera de forma significativa el cuadro probatorio”, explica la Sala.
La sentencia de la Audiencia Nacional ahora anulada fue suscrita por los magistrados José Antonio Mora (presidente y ponente) y José Ricardo de Prada Solaesa y contó con el voto particular de su compañero Fernando Andreu.
Este último consideró que había prueba concluyente, plena, válida, adecuada y suficiente para considerar plenamente probado, y más allá de toda duda razonable, la participación de Iparaguirre como responsable, en concepto de autora, de los hechos enjuiciados, constitutivos de los delitos de asesinato, atentado y estragos de naturaleza terrorista.
Según Andreu, no fue hasta que Anboto fue entregada a España en septiembre de 2019 cuando la Fiscalía pidió que los servicios de policía científica informasen de si, aparte de las huellas identificadas, se encontraron otras huellas, y si alguna pudiera corresponder con las de la procesada.
Por eso entiende que no existen «dos informes periciales contradictorios», ya que lo de 1985 «no es sino un acta de inspección ocular, sin que realizasen cotejo alguno.
Anboto ha sido recientemente imputada como presunta responsable del secuestro y asesinato del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco y este jueves ha sido citada para responder por ello, al igual que su pareja el también exdirigente de ETA Mikel Antza. EFE
La fase Todo Vale sigue valiendo en la fase Venganza Infinita, que sólo finalizara el día del Juicio Final por la tarde. Los romanos echaron sal sobre las ruinas de Numancia para que no volviera a crecer ni la hierba. Pues los hispanos que admiran la resistencia numantina, lo mismo.