Mimadas y cuidadas como modelos de pasarela durante muchos meses por sus criadores de todo el norte de España, esta semana se han reunido en Torrelavega 2.065 aves menores, entre canarios, agapornis y periquitos, compitiendo por ser el ejemplar más bello de color y con el plumaje perfecto.
Durante una semana, 123 criadores procedentes de Cantabria, León, Asturias, Burgos, Palencia, Madrid, Bizkaia, Gipuzkoa, Álava y Navarra han probado suerte con sus aves por hacerse con el preciado título de campeón de sala en cada categoría, en un certamen considerado entre los tres más importantes del país.
La cita es una nueva edición del Concurso Ornitológico Ciudad del Besaya, un certamen organizado por la Asociación Ornitológica del Besaya, que también incluye el Certamen Interregional Federaciones del Norte, el Monográfico del Canario Lipocromo Blanco, y diversos memoriales.
Los dos primeros días del concurso se han dedicado a la recepción de los ejemplares y a su acondicionamiento en el recinto del Ferial de Ganados, ya que muchos de ellos han recorrido varios cientos de kilómetros para llegar a esta cita, que celebra ya su vigésimo segunda edición.
Las dos siguientes jornadas son de trabajo para que los jueces lleven a cabo el enjuiciamiento de los distintos ejemplares, uno por uno y con la minuciosidad que requiere la belleza de las aves, valorando las categorías de exótico, color, postura, fauna e híbridos, psitácidos y periquitos.
Y ya los restantes días el certamen se abre como exposición a todos los aficionados para que tengan la oportunidad de ver estos ‘bellezones‘ criados con mimo y paciencia por sus dueños.
En declaraciones a EFE, el juez internacional de fauna Europa y juez nacional de pájaros de color, llegado desde Castilla La Mancha, Andrés Rosado Muñoz, explica que las distintas variedades se deben enjuiciar de manera diferente por sus características de color, ya que no es lo mismo un pájaro amarillo, que uno blanco o uno rojo.
La única característica en común de los pájaros es que todos han sido criados en cautividad, aunque muchos por su aspecto no lo parezca, como los jilgueros, ya que el resto lo hace el ADN de la variedad y el tratamiento que le ha dado el criador durante el año, para que las plumas estén perfectas y el color brillante y uniforme.
Cada juez observa con minuciosidad los ejemplares que se le ponen en la mesa, otorgando una puntuación a cada característica, de forma que la suma de todos ellos es lo que hace obtener el campeonato de sala de la variedad, que recompensa las horas de dedicación a estos animales por parte de su criador.
El criador y presidente de la Asociación Ornitológica del Besaya (Asorbe), José Angel Vía Diego, destaca que la preparación para asistir a este tipo de certámenes es laboriosa y concluye unos días antes con una buena ducha para que su plumaje no tenga el más mínimo resto de suciedad, y evitar ser descalificado.
Resalta que la cría de estas aves menores «es una afición que se lleva muy dentro», a la cual se dedican «muchas horas del día», en especial cuando se está preparando un campeonato de este estilo donde «cada defecto del pájaro te hace perder puntos» en la clasificación final, lo que puede frustrar meses de trabajo. EFE