Ha llegado el día previsto. Y el propio Caruso lo acaba de recordar en redes sociales. Cierra.
Cierra el mítico Caruso de Vitoria: Carta de despedida al jefe (emocionante)
Así lo anunciaba en octubre:
El mítico local hostelero vitoriano, Caruso, cierra. Lo hará el próximo 30 de noviembre, tal y como ha anunciado en redes sociales su propietario.
«En 1982, imaginé un bar que además de servir tragos y pintxos, fuera un espacio para la cultura», señala.
«36 años después observo con satisfacción como la cultura y hostelería hacen un buen maridaje», termina.
Una gran pérdida difícil de sustituir.
Hace más de un año Isidoro buscaba relevo en el local, pero por una cosa u otra, no se ha podido certificar.
Ahora llega el momento de cerrar la persiana. Gracias por todo.
Recordamos una carta de hace tiempo que resumía con cariño la despedida al jefe y que nos apetecía volver a leer:
Recordamos la carta: ¡Emocionante! Carta de despedida al jefe del mítico Café Caruso
Conocíamos en marzo de 2017 que el Café Caruso, local hostelero vitoriano, buscaba relevo. Isidoro Merino se jubilaba después del verano y daba por finalizada una etapa excepcional en la capital alavesa. ¿Quién no ha pisado su local?
Desde es momento, las muestras de agradecimiento y de cariño se han sucedido. A nosotros nos ha llamado la atención una carta publicada en redes sociales por Diego Grima. ¡Emocionante! Y que la mayoría suscribiría.
CARTA:
Conocí este sitio en mis años mozos. Me recluía aquí los fines de semana, normalmente después de cenar, para perderme en los ojos de la persona que hoy comparte mi vida, e intentar descifrar en ellos los misterios del sexo opuesto, que por supuesto, todavía hoy no he conseguido.
Al aroma de un café, de una infusión, y en aquellos tiempos también de algún puro, con un periódico descolgado de la escalera, un libro cogido de la pared, o ante una partida de parchís, empecé a descubrir que hay sitios especiales, lugares que no son uno más, son ¨el lugar¨. El lugar donde vuelves porque estás a gusto, donde vas porque allí no hay nada que buscar, lo que buscas es el sitio en sí mismo.
Tras unos cuantos años de apariciones demasiado esporádicas, volví a hacerme habitual de este sitio. Con otras compañías, con otras inquietudes, con otra actitud, y sin embargo el lugar seguía siendo el mismo. Ahora sin libros, maldito abandono cultural, sin el piano en su sitio de antaño, pero la misma sensación de que este lugar forma parte de ti, y no al revés…Hablo del café Caruso.
No es solo un nombre, es ese rincón de Enrique Eguren donde un café no es solo un café. Es el llanto de un saxofonista convertido en gotas de lluvia, que te empapan en forma de notas musicales caídas desde unos altavoces de los que ya no se fabrican. Es el aroma que emana del vaso que tienes delante mientras Frank Sinatra, Sammy Davis Jr y Dean Martin te miran desde su inmortal partida de villar, y en sus granujas expresiones te invitan a disfrutar de la vida. Es la placentera sensación de mirar un desnudo femenino colgado de la pared, que de puro elegante pasa inadvertido. Porque la elegancia de este lugar, es tan sutil, que la sientes sin verla.
En los tiempos en los que todo el mundo busca innovar con algo nuevo, aquí la elegancia de lo clásico, es la verdadera innovación. De su barandilla forjada, de su madera de calidad, de su envidiable vidriera, de su irrepetible fachada, se podrían decir muchas cosas, pero solo se me ocurre una… Es ya historia, de esta mi ciudad, es parte de nuestro patrimonio.
Porque sin duda alguna, pasara a ser uno de esos locales que se quedan en el subconsciente colectivo de una ciudad, como algunos otros que aunque ya no están, recordaremos siempre.
Pero lo que de verdad hace especial este sitio, es que tiene alma. Y esa alma está formada por los variopintos clientes que pasamos por allí, pero especialmente, por la persona que ideó, creo y dio forma a su sueño. Una persona en paz con su trabajo, y orgullosa de su obra.,. Isidoro Merino.
Ese hombre a quien no tienes que pedirle el café, porque el elige por ti lo que tomas esa noche, y después, a través de sus redondos anteojos, ves sonreír sus ojos mientras alabas el resultado de su trabajo. Ese hombre que trabaja con la pausa que da la experiencia, no para ofrecer un producto cualquiera, sino arte efímero en un vaso, una copa, o una taza.
El saber, es el conocimiento que adquirimos, que aprendemos en el colegio, en la universidad… la sabiduría sin embargo, son gotas de saber aprendidas a fuego lento, es experiencia. De esto Isidoro va sobrado, hombre que ha evolucionado con la vida, que de ver caras, escuchar conversaciones y experiencias propias y ajenas, cada vez que hace un comentario sienta catedra, y siempre encuentra el razonamiento que te hace dudar, o reafirmarte. Disfrutar de su conversación es siempre una experiencia, y una lección de humildad de quien sabe más por viejo que por diablo.
Cualquier persona puede pintar un cuadro, pero solo quien está tocado por el dedo de la genialidad hace arte. Me atrevo a afirmar que cualquiera puede abrir un bar, pero solo Isidoro, es capaz de crear el Cafe Caruso, algo tan inimitable, tan personal, que es puro arte…
Ahora ha hecho público que se jubila, que busca relevo generacional, alguien capaz de mantener el alma que el ha creado. Después de 35 años lo tiene más que merecido, pero seremos muchos, los que quedaremos huérfanos de barman de referencia. Algo es único, cuando lo hacemos irrepetible…
Señor Merino, sus cafés tienen un precio, los momentos de vida disfrutados en su local… son de un valor incalculable, jamás los podremos pagar lo suficiente.
El Gran Caruso, estaría orgulloso de un sitio que haga un honor tan inmenso a su nombre, a los demás, solo nos queda decir… Gracias por todo.
Abrirá un kebag o lo cogerán los chinos como mucho y con suerte….es la Vitoria (Arabag) del futuro
¿es allí donde trabajaba Chus? ¿Alguien sabe algo de él?, me interesa ponerme en contacto.
El problema del gran Isidoro, es que el no deberia decidir lo que el publico debe tomar… No admite la primera palabra del cliente… Camarero lento y antiguo que devio de jubilarse hace mucho, para dejar hueco a gente nueva… Sus infusiones… ultimamente solo mezclaba marca Pompadour… lejos queda el buen cafe que hacia y blablabla… Dejo de vender por no modernizarse y tirar cervezas malamente… No cuidaba a su poca clientela de poteo, el preferia su clientela literaria, que mas bien se quedo en ficticia en los ultimos años. El siempre se creyó el rey del barrio… pero se marchara el dia del cierre sin conseguir una persona que regemte su bar y con el rabo entre las piernas por no conseguir nada… En el pasado llego a ser… en el presente.. un 0 a la izquierda.
Vecina del barrio y calle Enrique Eguren.
Parece que no me aprecia excesivamente. Sus motivos tendrá! Un saludo!
Y que los motivos de esta crítica inmisericorde y atropellada sean los cupones de los periódicos que ya no le dejo recortar, me parece un poco excesivo. En fin! Gloria para los indulgentes!
Parece que la vecina de barrio y calle no me aprecia excesivamente. Que le vamos hacer! Sus motivos tendrá! Un saludo! Y no se lleve mal rato! Que en esta vida todo es efímero
Como siempre en esta mal llamada ciudad, muy fácil criticar el trabajo y las ideas de los demás (siempre esforzados y arriesgados emprendedores), desde la ventana con visillo (para que no me vean).
Sólo «triunfa» la copia, lo «franquiciado». Ya no dejamos cabida a la autenticidad, aquella autenticidad del Caruso y de Isidoro.
Lástima que nos dirijamos a una ciudad sin ideas y llena de críticas «baratas».
Así que, querida vecina, usted eligió no entrar en el Caruso, decisión muy libre y respetable. Pero elegir lanzar una dura crítica, nada respetable por su vacío argumentario, a un emprendedor y visionario (cada vez quedan menos) que no le ha hecho mal a nadie, por abrir y regentar SU local… NO el suyo vecina «apreciada».
[…] mítico Caruso cierra. Lo hemos contado en estas páginas. (pincha) . Pero hay opiniones diferentes. Un zasca gordo, […]
Coincido en lo de la lentitud del servicio y en la continua decadencia del local. No sólo eso, los precios abusivos de las consumiciones…Era un bar para pijoprogres, la gente de a pié no podía permitirse esos precios.
Que triste tiene que ser vivir con inquina. Que triste tiene que ser necesitar desacreditar a otros para sentirse anónimamente importante, aunque sea un minuto. Que triste tiene que ser no conformarse con ser tan simple para creer que solo tus gustos son los que valen, para además atreverse a menospreciar los de los otros. Que triste tiene que ser tener algo distinto, y despreciarlo por no ser como lo que hay en cualquier otra esquina… No obstante, señora vecina de Enrique Eguren, siempre se agradece otro punto de vista, sobre todo cuando es una crítica tan elaborada y fundamentada. Por mi parte, el lujo de tener un barman que sepa recomendarme y elaborarme un café a mi gusto, no tiene precio…
Muy caro todo en caruso
Pues a pesar de Isidoro ,los precios,la lentitud y la vecina…… una pena el cierre.
Ongi etorri Kebab…….
es una pena porque lo que ahora nos ofrece el centro es de muy poco gusto, o por lo menos mediocre. Todas esas calles llenas de vinilos, publicidad en las paredes, manifestaciones a todas horas, suciedad por todos los lados, ruidos. Hemos olvidado lo bueno por ir como borregos a lugares sin calidez, clase y donde hay que pedir cita para conseguir una silla tranquila, en la que no te retiren el café a los 2 minutos de llegar, en donde el camarero no tiene ni tiempo para mirar a los ojos a su cliente, ni darse cuanta cuando entraste ni cuando saliste…
[…] No hace mucho caía otro mítico: el caruso. […]