Por Javier Domaica (EFE).- La fascinante voz de Gregory Porter ha seducido a los aficionados al jazz, que previamente han encontrado la inspiración en el violín de Regina Carter, en una noche inolvidable en el tercer día de la 43 edición del Festival de Jazz de Vitoria, acogido por un Mendizorroza con más de tres cuartos de entrada.


La gran presencia física de Gregory Porter ha estado a la altura de su espectacular calidad vocal, que ha arrancado con fuerza el cierre de una jornada que se quedará en la retina de los seguidores jazzísticos.

El barítono de Sacramento también ha cedido espacio al saxo tenor de Tivon Pennicott, al piano de Chip Crawford, al órgano Hammond de Ondrej Pivec, al contrabajo de Jahmal Nichols y a la batería de Emanuel Harrold, que han acompañado al crooner ganador de dos Grammy en dos de sus álbumes.

El carisma de Porter ha respirado jazz y soul por todos sus poros y, enfundado en su particular gorro, con chaqueta rosa palo y pantalón blanco, ha emocionado al respetable con «Hey Laura» y ha alegrado la velada con «Liquid spirit».

La magia ha invadido el auditorio con «Wolfcry», momento en el que el galardonado cantante se ha fusionado con el piano de Chip Crawford para silenciar a unos oyentes ojipláticos ante tal perfección.

Un imponente solo de Jamal Nichols al contrabajo ha abierto «Musical Genocide», un tema esperado por el público y procedente del premiado álbum «Liquid Spirit», de donde esta noche han salido buena parte de las obras maestras de este compositor americano, que ha ofrecido guiños incluso al reggae de Bob Marley.

Seguidor confeso de Nat King Cole, Porter ha sacado a relucir su «Mona Lisa», que incluye en el disco homenaje al cantante y pianista de Alabama, y el «Quizás, quizás, quizás», en los bises, con el que ha conectado de lleno con las gradas de Mendizorroza.

En el concierto previo, el recinto se ha volcado con la violinista estadounidense Regina Carter desde el primer momento en el que esta virtuosa ha pasado su arco por las cuatro cuerdas.

Con elegancia y precisión ha ido dando paso al piano de Adam Birnbaum, al contrabajo de Chris Lightcap y a la batería de Alvester Garnett, que junto a ella han formado un cuarteto maravilloso.

Durante su puesta en escena se ha palpado la gran definición de Carter, que le ha llevado a grabar con maestros como Wynton Marsalis, Patti LaBelle o Aretha Franklin.

Las mayores ovaciones se las ha llevado con sus grandes temas, en los que el violín ha sido el verdadero protagonista y ha dejado sin habla al polideportivo ante el majestuoso movimiento de su brazo.

En «Mandingo Street» ha mostrado sus dotes como cantante con una voz limpia con toques africanos, a la que ha acompañado con su violín para fundirse después con la percusión de las baquetas Alvester Garnett, que durante el concierto ha completado uno de los solos más espectaculares del festival.

Otro de los momentos de la noche ha tenido lugar con el clásico de Nat King Cole «When I Grow Too Old to Dream», un tema muy querido por la artista, quien se ha soltado con un «pizzicato» para arrancar otra de las muchas ovaciones que le ha regalado el auditorio durante su actuación.

La tarde la ha iniciado la compositora y pianista Marta Sánchez que se ha subido a las tablas del Teatro Principal con su quinteto para trasladar desde Nueva York sus mejores creaciones, como «La Espiral Amarilla» que ha presentado en la capital vasca.

Además, Falerina ha vuelto a reunir en las horas centrales de la jornada a varios seguidores del jazz que, resguardados del sol, se han divertido con Eolo & Nico Andino Brothers y Romain Pilon Reunion.

Este viernes llegará otro gran día en un festival que unirá a Omara Portuondo y Jorge Drexler en la despedida de la artista cubana, mientras que el joven pianista Iñigo Ruiz de Gordejuela regresará a su ciudad de adopción para presentar «Konexioa» en el Teatro Principal.

En Falerina, el turno será para la Big Band Jesús Guridi, que dará paso a la improvisación del trío Trizak. EFE



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