En Vitoria, hay un restaurante que no solo alimenta el estómago, sino también el sentido del humor. Dos carteles marcan el guión de las risas.
Todo comienza en la entrada, donde una puerta de cristal perfectamente limpia y sigilosa se ha convertido en el primer reto del cliente. Se hecho viral en todo España gracias a la publicación de @soycamarero en redes sociales: «¡Cuidado! La puerta no es parte del menú». Por eso de que hay clientes que chocan en la entrada.
No es raro escuchar el ¡pum! de un golpe seco seguido de un «¡Estoy bien, solo probando la resistencia del cristal!»
Alertado de estos encuentros cercanos, el dueño del Testaurante Jundiz, Rubén Toribio, decidió intervenir de la forma más creativa posible: pegó un cartel que dice donde avisa que la puerta no forma parte del menú.
Y aunque la frase hace reír, aún no está claro si es más efectiva para evitar los golpes o para que los clientes pregunten si hay una versión gourmet de puertas en la cocina.
SIGUIENTE CARTEL
Pero eso no es todo. Una vez que superas la barrera de cristal (y el posible chichón), te encontrarás con otro cartel en el baño que es, literalmente, un cambio de logística: “Zona de carga y descarga”.
¿Problemas de tránsito intestinal? Este restaurante lo resuelve con eficiencia digna de un puerto marítimo. Algunos clientes aseguran haber visto mini montacargas imaginarios moviendo su «mercancía» mientras leen la señal. Otros bromean diciendo que ahora se sienten en la obligación de pesar la «descarga» antes de salir para no exceder el límite permitido.
SELFIES CON CARTELES
El resultado: este restaurante se ha convertido en un fenómeno local donde los chistes y la buena comida comparten protagonismo. Algunos clientes vienen también para hacerse selfies con los carteles, mientras que otros aseguran que «ir al baño nunca fue tan divertido».
Eso sí, una cosa queda clara: Este restaurante ha elevado el humor a un arte. Entre la puerta que no se come y el baño convertido en muelle, los clientes no solo salen satisfechos, sino también con un repertorio de historias para contar.
Y quién sabe, tal vez la próxima vez encuentres un nuevo cartel en la cocina que diga: “Cuidado: aquí no se fríen excusas”.