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Por Irene Escudero (EFE).- Andoni Aduriz y el vitoriano Diego Guerrero, dos chefs vascos con dos estrellas Michelín cada uno, no quieren apenas hablar de cocina. Han estado una semana en Tanzania y lo último que les apetece es analizar paso a paso lo que han comido o dejado de comer. Les interesa el todo y las emociones que transmite África.

Aduriz y Guerrero han viajado para una misión exploratoria que les llevará a diseñar el menú de un hotel de lujo que una compañía española busca construir en el país africano, famoso por sus impresionantes safaris y paisajes.

Y la tarea, difícil, la quieren afrontar con una visión descolonizadora, o más bien, colonizadora, pero para que sea la cultura del país la que les colonice a ellos y no al revés.

«Lo que no haré jamás es que con el conocimiento y con las técnicas que nosotros manejamos, reformular algo que esta gente tiene, tratando de demostrar que podemos mejorarlo», explica a Efe por teléfono Aduriz, dueño del restaurante vasco Mugaritz, galardonado con dos estrellas Michelín, desde un campamento en mitad del célebre parque del Serengeti tanzano, tras volver de un safari.

«El ejercicio es al revés -prosigue-, es dejarse colonizar y tratar de ser los mediadores para poder explicar con mucha delicadeza, con mucho respeto y con mucha sensibilidad lo que hay aquí».

Es decir, no buscan reinterpretar la cocina tanzana o africana, sino actuar de mediadores y hacer una cocina que acompañe el entorno: «no venimos a cambiarle el recetario a nadie», señala Guerrero, también desde el Serengueti junto a su colega.

«Yo no vengo a hacer una cocina africana, lo que vengo es a servir de nexo para la gente que viene a visitar este país, contarles qué ocurre aquí», resume este chef vitoriano cuyo restaurante madrileño también tiene dos estrellas Michelín.

A Guerrero no le interesa cómo cocinan en Tanzania un tomate, según explica, sino lo que puede sentir, poniéndose en la piel del turista, cuando está en medio de la sabana del Serengeti, con el sol poniéndose en el horizonte y los sonidos de los animales de fondo.

«No me podrás negar que no son todo emociones», resalta a Efe Guerrero.

La luz, la magia, la generosidad, la amabilidad y la hospitalidad de la gente que han conocido es algo que, de momento, les llama más la atención a estos dos prestigiosos cocineros que la comida.

Carne a la brasa -«nyama choma», en la lengua suajili- de vaca o cabra, sobre todo, y pescado y marisco en la costa hecho en muchas ocasiones con leche de coco; platos siempre acompañados por un surtido de verduras hervidas o rehogadas y el popular «ugali», una masa de harina hervida, son los platos más característicos de la cocina tanzana, y de parte de la gastronomía de África oriental.

«Cuando tú preguntas qué es lo que se come en estas comunidades, te das cuenta de que hay una serie de pautas que se repiten, hay una cocina que es la base de casi todas las culturas del mundo, que es muy primaria. Al final comemos para sobrevivir», apunta Aduriz.

A su lado, Pablo del Pozo, director general de una agencia española de viajes de lujo, dice que buscan «reinventar el concepto de safari», con hoteles y complejos de máximo nivel con una gastronomía diseñada por dos profesionales de la talla de Guerrero y Aduriz, y también con proyectos solidarios, algo que consideran «pionero».

«Si no pudiéramos ayudar a los países, no lo haríamos (los proyectos)», subraya del Pozo.

Quieren inaugurar el primer hotel en Tanzania a principios del año que viene, y con ese establecimiento también una cooperativa en la comunidad donde se radique, y una escuela gastronómica que permita formarse en hostelería a los jóvenes locales.

Se trata, en definitiva, de «poder devolver un poco, a través de nuestra profesión, de lo que la vida te da», concluye Guerrero, que también va a estar involucrado en esta misión social. EFE

 



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