El Informe de la Fiscalía de Álava referido al año 2015  y presentado este mes detecta «por primera vez a un fenómeno que por su virulencia nos ha llamado la atención. Hablamos de jóvenes de 14 años de edad, que en un escaso periodo de tiempo, han cometido múltiples delitos caracterizados en su mayoría por una violencia gratuita, que han servido para dar multitud de titulares a la prensa y que han llegado hasta a crear entre los jóvenes de Vitoria una clima de miedo a salir por determinadas zonas de esta Ciudad».

La Fiscalía observa que «su conducta y la utilización de la violencia se realizaba de una manera totalmente gratuita. Bastaba una mirada, un leve empujón o un simple comentario para que esta surgiera, aprovechando además para sustraer lo que encontraran a mano.

Bien es cierto, que la propia Fiscalía asegura un año después -a día de hoy- que estas actitudes resultaron frenadas en seco cuando pudo solicitarse la medida de internamiento en régimen cerrado.

Esta actuación en 2015, trajo consigo inexorablemente una evidente alarma social que derivó en un claro temor por parte de las víctimas, no solo a denunciar, sino incluso a comparecer ante el llamamiento de la Fiscalía para el esclarecimiento de los hechos.

De hecho asistimos, con evidente estupor a víctimas, que no recordaban nada de los hechos, que no recordaban las características del autor, no teniendo más solución que archivar varios expedientes.

Sigue el relato del ministerio fiscal: «de nada sirvió a estas víctimas el recordarles que sin su colaboración no era posible la adopción de medidas cautelares contra los jóvenes infractores y la plena garantía de que estarían debidamente protegidos, nos encontrábamos frente a un muro, que costó mucho derribar. Los protagonistas de estas historias se caracterizaban por pertenecer a ambientes marginales que reforzaban además la conducta de estos menores con su apoyo«.

Ante la actitud de las víctimas y pese a que todas las semanas llegaban atestados dando cuenta de los hechos, poco o nada podíamos hacer.

Y es que además estos menores se envalentonaban con los titulares de la prensa y además de cometer delitos de lesiones o delitos de robo con violencia, añadíamos a estos, delitos de obstrucción a la justicia por las amenazas que vertían contra las víctimas. Hizo falta mucho trabajo y apoyo a las víctimas para poder cortar con estas escaladas delictivas, que resultaron frenadas en seco cuando pudo solicitarse la medida de internamiento en régimen cerrado.

Una vez más es la violencia física la forma de comisión delictiva más común entre los menores, a la que añadimos el ánimo de lucro. De ahí que las lesiones, tanto como delito menos grave o como delito leve, los robos con violencia y los hurtos, también en ambas vertientes, sean las infracciones criminales más habituales.

 

 



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